Tema 5: Las aguas y la red hidrográfica de España

 

Las vertientes hidrográficas españolas. Las cuencas hidrográficas en España. Uso y aprovechamiento de las aguas. Agua y medio ambiente.

 

0.      Introducción: La importancia del agua.

 

El agua es un elemento vital y de ella sólo entre el 2-3% del total es dulce distribuida en ríos lagos, lagunas, humedales y acuíferos; el resto es salada y se encuentra en mares y océanos. Del estudio del agua se ocupa la Hidrografía.

 

El agua esta sometida al ciclo hidrológico que es el proceso por el cual se produce una evaporación por efecto de la insolación, unas precipitaciones que llegan a la superficie y al subsuelo. El agua que cae a la tierra en forma de lluvia o nieve en parte se infiltra en el suelo, formando las acumulaciones de agua subterránea o acuíferos, y en parte resbala por la superficie reuniéndose en ríos, lagos o pantanos hasta que desemboca en el mar o se evapora.

 

Para ampliar sobre el tema pulsa sobre el siguiente enlace:

Los ríos de España 

 

El río Guadalquivir desbordado a su paso por Córdoba
El río Guadalquivir desbordado a su paso por Córdoba

Agua y medio ambiente

 

Los ríos, lagos y mares recogen, desde tiempos inmemoriales, las basuras producidas por la actividad humana.  El ciclo natural del agua tiene una gran capacidad de purificación. Pero esta misma facilidad de regeneración del agua, y su aparente abundancia, hace que sea el vertedero habitual en el que arrojamos los residuos producidos por nuestras actividades económicas ya sea industriales , ya sean agrarias. Pesticidas, desechos químicos, metales pesados, residuos radiactivos, etc., se encuentran, en cantidades mayores o menores, al analizar las aguas. El aumento del agua embalsado ha agravado esta situación.

 

La falta de planificación unido a un  volumen muy elevado de precipitaciones puede dar a inundaciones que causen desperfectos no sólo medioambientales, sino también en infraestructuras , viarios,etc.

 

 

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Pista del aeropuerto de Córdoba inundada tras las lluvias y la posterior apertura de los pantanos (13 de diciembre de 2010)

 

Desde el punto de vista ecológico los embalses pueden forman ecosistemas nuevos que pueden ser muy apropiados para la vida de aves acuáticas o peces u otros organismos que necesitan de aguas remansadas para vivir. Así, por ejemplo, la distribución de muchas aves acuáticas ha cambiado en la península ibérica, pues mientras han disminuido los humedales costeros, en los que antes vivían o se detenían en sus migraciones, han aumentado los embalses interiores, y hacia ellos se han desplazado en los últimos decenios. Por el contrario, los efectos pueden ser negativos. Por ejemplo, las grandes presas alteran de forma muy importante el río. Las características del agua embalsada son muy distintas de las que corresponderían a las del curso fluvial. Su temperatura, gases disueltos, partículas en suspensión, estratificación, y otros parámetros cambian drásticamente.

 

Embalse casi colmatado en Puente Genil (Córdoba)

 

También hay que considerar que los embalses tienen un tiempo de utilidad relativamente corto. Se van llenando con los sedimentos que arrastra el río y se calcula que su vida puede estar entre unos 50 a 200 años, antes de que la cuenca se colmate y pierda su capacidad de almacenar agua. Además la presa retiene los sedimentos que en condiciones normales el río arrastraría y las tierras situadas mas abajo de la presa pierden el aporte de nutrientes que esos sedimentos llevaban y se empobrecen. En las zonas cálidas se evapora tanta cantidad de agua que la que queda embalsada se enriquece en sales con lo que baja su utilidad para el riego.

 

 

 La rotura de la balsa de residuos minerales de la Mina de Aznalcóllar (Sevilla) en 1998 provocó la mayor contaminación que ha recibido el Guadalquivir en su historia.

 

La política de trasvases también ha generado dudas. Por ejemplo, el Plan Hidrológico Nacional fue criticado abiertamente por lo ecologistas. Sus detractores afirmaban que su impacto ecológico sería enorme, sobre todo para el Delta del Ebro; que no se habían estudiado otras opciones, tales como plantas desalinizadoras - que podrían ser más baratas- u otras medidas de ahorro de agua; que no se estaba teniendo en cuenta el cambio climático podría hacer que el agua que ahora sobra en el Ebro no lo fuera en el futuro. Sus defensores acusaban a los que se oponían al plan de ser insolidarios, puesto que la alternativa basada sólo en desaladoras no era viable desde el punto de vista económico, energético, ni ecológico.

 

Por su parte, Greenpeace defiende que en España hay que reducir el consumo del agua en el sector agrario y en el abastecimiento urbano, hay que eliminar la posibilidad de contaminar ríos, lagos y acuíferos, impidiendo a la industria que bajo el lema "quien contamina, paga", siga vertiendo sus desechos impunemente en detrimento del bienestar general y del medio ambiente.

 

Más de las tres cuartas partes del agua consumida en España se emplea para el regadío. Alrededor del 14% es consumida por las ciudades y pueblos y un 6% por la industria. Se entiende bien que el regadío absorba una proporción tan importante del agua, porque la agricultura más rentable se da precisamente en la España seca, y depende en gran medida de la disponibilidad de agua. Esta misma realidad es la que explica que España sea uno de los mayores consumidores de agua del mundo.

 

 

En cualquier política que busque el buen uso del agua en la península es fundamental analizar los sistemas de riego, para ir implantando los más eficientes, y decidir si se deben poner más superficie de tierras en regadío o no.

 

Con todo, uno de los problemas graves en el suministro de agua a ciudades e industrias es el de las pérdidas en las cañerías de distribución que, en bastantes lugares, son de más del 50% del agua repartida. Se estima que del 50% al 70% del agua que se extrae se desperdicia, por evaporación, fugas y otros motivos. Según algunos expertos se podría reducir estas pérdidas hasta cifras de alrededor del 15%. De hecho las restricciones de agua que se suelen dar en algunas ciudades en las épocas de escasez, no son tanto por el agua consumida por los habitantes, sino para evitar las pérdidas en las canalizaciones.

 

 

Uno de los motivos por los que se desperdicia tanta agua es porque su precio se mantiene artificialmente bajo. Cuando la consumimos pagamos sólo una parte, a veces muy pequeña, de lo que cuesta su extracción y preparación para el consumo. De esta forma no se estimula el ahorro y el uso restringido. El agua se considera un bien público, con un gran componente político, y los gastos que ocasiona se cargan a la masa global de impuestos pagados entre todos los ciudadanos.

 

 

 

La pertenencia de España a la UE obliga a la instalación de plantas depuradoras de aguas residuales en todas las comunidades superiores a 2.000 habitantes que debían de haberse realizado antes del 2005, ello supone hacer importantes inversiones por parte de las comunidades autónomas, los ayuntamientos y el gobierno central  

 

Dentro   de las competencias   políticas   de tratamiento   de aguas está la   instalación y mantenimiento de las plantas potabilizadoras que se ocupan de tratar el agua que se utilizará para el consumo humano.

 

 

A veces la solución para obtener agua potable pasa por la desalinización mediante la instalación de plantas que utilizan el agua del mar. Por ejemplo, estas plantas desalinizadoras se instalaron en Canarias en los años setenta. No obstante, los efectos ambientales negativos de estos procesos pueden estar asociados principalmente a los vertidos que es preciso realizar y al consumo de energía. Sin embargo, este último resulta cada vez menor, debido a las mejoras tecnológicas en la producción. La producción de agua desalada en España ya representa más del 2 % de los usos consuntivos.